Decálogo del correcto vestir, que todo caballero debería conocer.
Si bien escasas para unos o sencillamente básicas para otros, he aquí diez normas a las que todo caballero debería prestar atención antes de abandonar la puerta de su casa.
1. Elige correctamente los zapatos. No es casualidad que esta norma aparezca en el primer puesto de nuestro decálogo del buen vestir. Los zapatos son, sin lugar a dudas, la parte más importante de la indumentaria masculina. A pesar de ello, los zapatos siguen siendo la prenda a la que desgraciadamente menos atención se presta.
Como hemos establecido en múltiples ocasiones hasta el más cuidado traje de Anderson&Sheppard puede verse arruinado si lo vestimos con unos zapatos de mediocre calidad o mal escogidos.
Si no queremos correr riesgos, escojamos con nuestro traje zapatos negros y de cordones. Nunca fallaremos si aplicamos esta norma. Sólo conforme avance nuestra destreza en el vestir podremos introducir otros colores como el coñac o el vino. Dejemos los mocasines para las ocasiones menos formales o que no requieran de corbata; pocas cosas hay más dañinas para el buen gusto que vestir un traje con castellanos.
2. Huye del color negro en los calcetines; es demasiado aburrido y carece de estilo alguno. Desgraciadamente todavía hay una inmensa mayoría de caballeros que opinan que los calcetines siempre deben ser negros. Y nada más lejos de la realidad. Puede que optar en nuestro día a día por calcetines negros nos quite una preocupación pero ello no significa que sea lo correcto.
Escoge los calcetines según el tono del pantalón. De no encontrar exactamente la misma tonalidad, elígelos de un tono ligeramente más oscuro que tu pantalón. Olvida lo de elegir el color de los calcetines según sea el de los zapatos; no es elegante y denota falta de gusto.
Si eres atrevido, arriésgate y escoge el color de tus calcetines de un color similar al de tu corbata o incluso al de tu pañuelo de bolsillo. No todo el mundo entenderá tu decisión pero seguro que tú tampoco esperas que la vulgaridad reinante comparta tus gustos.
3. La marca no importa, lo que importa es la hechura. Da igual que nuestra chaqueta lleve cosida la etiqueta de Brioni o de Tom Ford. Si su corte no se ajusta a nosotros como lo haría una segunda piel habremos tirado nuestro dinero.
Un cuello desbocado, una arruga en forma de X en el frontal, escasa libertad de movimientos, un largo de la chaqueta excesivo o unos pantalones donde sus pinzas se abran o que arrastren, son sólo algunas de las características de los trajes que viste el caballero medio español.
Un traje entallado pero no estrecho, un pantalón que cae a lo largo de toda la pierna sin mostrar arruga alguna y que descansa ligeramente sobre el zapato, unas mangas que permitan asomar un par de centímetros la camisa, un corte que disimule ese hombro caído o esa barriga incipiente, una buena mano de obra que denote la calidad del trabajo, unos bolsillos que admitan introducir nuestra cartera o nuestras llaves sin que por ello se afee el resultado final, unos ojales cosidos a mano, unos hombros que se unan al resto de la chaqueta de manera no forzada etc., son detalles que hablan de un buen traje… y de sus creadores.
4. Evita el cinturón. La vestimenta del cinturón solo consigue dividir el cuerpo en dos mitades acortando consecuentemente la figura y quitando fluidez al conjunto.
Los tirantes, además de ser un complemento muy útil al mantener los pantalones siempre en su sitio, son de lo más elegante y denota que te preocupas por tu imagen. Si no te atreves con ellos siempre puedes coser a tus pantalones unas pretinas laterales que consiguen lo mismo que haría un cinturón pero de forma más sutil y estilosa.
5. La elegancia es sinónimo de discreción. No llames la atención por escoger prendas llamativas o combinaciones forzadas. Muchas veces un sencillo traje azul marino combinado con una camisa lisa azul clara y una corbata azul oscura es mucho más elegante que un conjunto recargado de colores o diseños.
No olvides que menos es más. Recuerda que el protagonista debes ser tú y no la ropa que vistas. Cuidando todos los aspectos anteriormente citados no necesitaremos buscar agresivas combinaciones para ser considerados como elegantes. Si bien tener estilo no está al alcance de todos los señores, la elegancia siguiendo unas mínimas normas no es difícil conseguir.
6. Estudia bien el color de todas las prendas de tu conjunto. Ni todos los colores combinan entre sí, ni todos favorecen a todo el mundo por igual. El rojo no combina bien con el amarillo, el marrón tampoco se lleva particularmente bien con el verde, etc.
Igualmente, intentemos trasmitir los colores tanto de nuestra piel como de nuestro pelo a nuestra ropa así como su contraste. Una persona rubia suele salir favorecida escogiendo corbatas de tonos cercanos al amarillo o al crudo. A una persona de pelo moreno le favorecerán más los tonos oscuros como el azul marino o el verde militar.
Los caballeros de pelo oscuro pero piel clara deberán transmitir dicho contraste, por ejemplo, a su camisa y a su corbata; así pues, una camisa blanca o azul clara con una corbata de color oscuro será siempre una opción favorecedora para estos señores.
No dudemos en seguir la sabia práctica de las damas de sobreponer esa prenda que nos ha gustado sobre nuestro cuerpo frente al espejo. Los resultados pueden ser reveladores.
7. Vigila como combinas los diferentes diseños. La correcta mezcla de diseños, principalmente de cuadros, rayas y círculos, no solo habla de elegancia sino también de estilo. Sin lugar a dudas, ésta es de todas las normas de nuestro decálogo la más difícil de llevar a la práctica.
Empieza mezclando trajes, camisas y corbatas lisas, y poco a poco ve introduciendo algún diseño tanto a tu camisa como a tu corbata. Si mezclas líneas intenta que su grosor sea diferente, si por el contrario combinas círculos con cuadros o con líneas procura que sean de tamaño similar; las camisas con pequeños cuadros siempre combinan mejor con corbatas de círculos pequeños, los trajes diplomáticos de líneas marcadas y separadas siempre quedan mejor con corbatas de lunares grandes y acentuados.
8. Los complementos marcan la diferencia. Sin la correcta elección de nuestros accesorios nuestro conjunto estará incompleto. Si bien no hay complemento que pueda arreglar la mala elección de un par de zapatos, también es cierto que la preferencia por unos u otros accesorios marcarán la diferencia entre los caballeros simplemente elegantes y los elegantes con estilo.
Unos gemelos frente a un puño sencillo, un fino reloj de manufactura frente a un maxi-size tan de moda hoy, una corbata bien combinada, un pañuelo de bolsillo frente a un bolsillo desprovisto de él etc., son siempre complementos que hablan no solo de la elegancia de su propietario sino también de su gusto por lo refinado y su interés por transmitir una imagen cuidada.
Igualmente, hoy en día, parece obvio que cuidar la imagen ya no es ninguna prioridad para el caballero, por lo que el que sigan existiendo señores que se enfunden su pañuelo de bolsillo de forma diaria sin importarles el qué dirán habla de la personalidad y confianza de sus portadores.
9. Busca la elegancia clásica. Ésta es la única que nunca pasará de moda. Las modas vienen y van pero ésta siempre estará presente. Como bien decía Oscar Wilde “la moda es una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses”.
Intenta que tu apariencia en esa foto, que acompañará tu mesilla durante casi toda tu vida, pueda ser mostrada a los amigos de tus hijos sin que te sientas ruborizado por tu traje o su corte.
Observemos los trajes de Sean Connery en su papel de James Bond de hace más de cincuenta años, ¿alguien podría decir que han pasado de moda? Seguro que hay detalles como las solapas o el ancho del pantalón que hoy han cambiado pero en su conjunto siguen siendo trajes perfectamente vestibles.
10. Cuida el resultado final. Un nudo de la corbata caído, un pantalón mal planchado o con muestras de un excesivo uso, unos zapatos sin lustrar son solo algunas muestras de dejadez que, con seguridad, arruinarán todo nuestro conjunto.
Mantengamos nuestra chaqueta abotonada siempre que nos encontremos de pie, no nos desprendamos nunca de ella y mucho menos si nos encontramos en sitios públicos como restaurantes. No nos desabotonemos el primer botón de la camisa, y cuando empiecen a salir brillos a nuestra chaqueta busquemos una sustituta.
Estos importantes fallos terminarán afeando nuestro aspecto final tanto como lo haría una barba mal arreglada o un peinado descuidado. La primera imagen suele ser la que permanece por más tiempo en la retina de nuestros interlocutores, por lo que intentemos que sea la adecuada.
Si bien todos nosotros, con seguridad, podríamos añadir a estas 10 normas otras muchas más, conociendo y poniendo en práctica estas sencillas indicaciones estaremos en predisposición de vestir de forma elegante y además mucho mejor que lo hace el 99% de los caballeros.
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